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El capitán azul dijo adiós acompañado de varios "notables" ex jugadores de la "U" y por cerca de 40 mil incondicionales que quisieron rendirle el homenaje final al último gran ídolo de los universitarios.
Luis Musrri emocionado junto a su hijo. |
23/12/2004
SANTIAGO.- "Fueron 539 tardes que quedarán en nuestro corazón" decía un lienzo colgado en la reja del sector sur aludiendo al récord imborrable que Luis Musrri dejaba en la historia azul como el jugador que más partidos oficiales ha disputado con la casaquilla universitaria.
Luego "Los de Abajo" no dejaban de clamar "Han pasado muchos años, desde que te vi jugar, sólo me queda decirte, muchas gracias capitán"... llenando de emoción una noche especial, no sólo para el festejado, sino para varios de los invitados, hombres grabados a fuego en el corazón univeritario, que por una u otra razón alejaron su rumbo de la institución del chuncho sin su merecida despedida. Así hubo espacio para los cánticos dedicados a Sergio Vargas, para el "Huevito" Valencia, para Leonel Sánchez, para Marcelo Salas y para Leonardo Rodríguez, aunque de todo el lote este último ya había tenido su propio adiós.
En fin, quizás esa combinación hizo de esta una noche perfecta, porque en la despedida final del capitán, la gente azul pudo ver reunidas a todos los ídolos que han hecho en el último tiempo historia de la importante, esa que habla de títulos, que han aportado realmente en engrandecer el club.Luego "Los de Abajo" no dejaban de clamar "Han pasado muchos años, desde que te vi jugar, sólo me queda decirte, muchas gracias capitán"... llenando de emoción una noche especial, no sólo para el festejado, sino para varios de los invitados, hombres grabados a fuego en el corazón univeritario, que por una u otra razón alejaron su rumbo de la institución del chuncho sin su merecida despedida. Así hubo espacio para los cánticos dedicados a Sergio Vargas, para el "Huevito" Valencia, para Leonel Sánchez, para Marcelo Salas y para Leonardo Rodríguez, aunque de todo el lote este último ya había tenido su propio adiós.
EL PARTIDO FUE ALGO MÁS QUE UNA SIMPLE ANÉCDOTA
Generalmente los partidos de las despedidas de los futbolistas son sólo un simple relleno, con muchas figuras que juegan poco y nada y que terminan siendo remplazados por jóvenes, desperfilando completamente el partido en sí. Esta vez hubo cosas que contar, porque el equipo de la "U" enfrentó a una selección de "estrellas azules" conformado en un principio por insignes como Sergio Vargas, Cristián Mora, Cristián Castañeda, Faustino Asprilla, David Pizarro, Leonardo Rodríguez e incluso Leonel Sánchez que jugó cerca de 10 minutos para ser reemplazado luego por Mauricio Pinilla.
Dos ídolos azules despidiendo a Musrri: Salas y Leonel. |
Pero lo más notable fue la aparición de Marcelo Salas que jugó cerca de 25 minutos a pesar de no contar con la autorización médica de River Plate. De hecho esta fue la primera presentación futbolística en público después de la lesión muscular que sufrió el pasado 7 de noviembre.
En lo futbolístico, la ´U´ venció al "equipo de estrellas" por
Luego vino el descuento de Pinilla para las estrellas a los 31, pero Olea anotó su segunda cifra personal a los 33', mientras que Gioino cuatro minutos después dejó la cuenta 4-1.
En la segunda parte se produjeron varios cambios, lo que desdibujó el partido, pero a esa altura ya no importaba porque todo el mundo ya esperaba el epílogo con el merecido homenaje a Musrri.
Y llegó el instante cúlmine, cuando a los 75 minutos Javier Eduardo Musrri, de cinco años e hijo del mediocampista de
Ahí Musrri, el hombre recio y fiero, no pudo más y comenzó a soltar sus primeras lágrimas y comenzó a vivir sus últimos segundos como profesional
Y no pudo tener mejor final, porque después de que inexplicablemente Cristián Castañeda le sacó el gol a Musrri y luego Tomatín Rojas le tapó un mano a mano al capitán (¿no se habrán percatado que era la depedida de Musrri?), vino un sucesión de pases entre Musrri y su hijo, que el retoño se encargó de convertir en gol dando paso a la ceremonia final, en el que el recio y duro "fogonero" de los universitarios se vio desbordado por la emoción y rompió en lágrimas mientras recibía miles de reconocimientos (galvanos y posters y abrazos por mil), todo aderezado por el incesante canto de Los de Abajo y de las bengalas que caían de la popular.
Fue un adiós soñado, un adiós merecido para un grande, un hombre que en un puesto que por lo general pasa de forma delucida, logró marcar época, no sólo en la "U´" sino que en el fútbol chileno y de seguro, será recordado por siempre por los azules de corazón.
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