viernes, 18 de noviembre de 2011

Anécdotas de clásicos universitarios

Extraído del libro "Anecdotario del fútbol chileno", de Juan Cristóbal Guarello y Chomsky.

Leonel Sánchez en plena disputa del clásico universitario en los 60s.
La final de 1962 entre Universidad de Chile y Universidad Católica fue una de las más extraordinarias en la historia de nuestro fútbol. El título fue para la U, que ganó 5-3 en un un partido antológico. Para celebrar, los dirigentes llevaron al plantel a celebrar a la Taberna Capri, entonces un lugar de bohemia elegante. Les ofrecieron comer algo pero los jugadores sólo querían tomar. “Es que teníamos muchas sed”, justificó Carlos Campos. Fue así como volaron las botellas de champaña y de whisky. Tanto tomaron, que a las cuatro de la mañana, ya todos como trapos, empezaron a tener hambre y exigieron comida. Hubo que prepararles sándwiches de churrasco de emergencia porque, cuenta Campos, “estábamos tan borrachos y teníamos tanta hambre que a los dirigentes les dio miedo que nos los comiéramos a ellos”.

Las barras fueron protagonistas, para bien, de los antiguos clásicos universitarios. En cierta ocasión la barra de la U hizo un montaje burlándose de un incendio que había afectado ese año a la Casa Central de la Universidad Católica. Armaron un decorado con un angelito en la parte alta y lo comenzaron a quemar, mientras del interior salían chanchos y otros animales. La broma provocaba carcajadas, hasta que el fuego comenzó a propagarse fuera de control. El más asustado era el estudiante disfrazado de angelito que gritaba desde arriba “¡bájenme de aquí!”.

Una de las más graciosas fue cuando la barra de la U inventó una gran representación del Circo Romano, con centenares de actores en escena y animales de verdad. En el momento culminante cuarenta carros tirados por caballos a la cancha y después enviaron leones que se habían conseguido en un circo. Al ver a los grandes felinos, los caballos se asustaron y se desbocaron provocando una gran confusión. La situación fue conjurada por un sargento de caballería que se lanzó al paso de los caballos y los desvió por la puerta de Maratón. Con tanto alboroto, un avestruz prestada por el zoológico murió de stress, por lo que hubo que indemnizar al Parque Metropolitano. Con el avestruz muerto, los alumnos decidieron donarlo al Departamento de Cadáveres de la Universidad de Chile. El cuidador pensó que era un pavo, se lo llevó a la casa y se lo comió.

El clásico era clásico y todos los que iban al estadio participaban de los shows que se mostraban antes del partido. Cuando invitaron a la Reina Isabel II de Inglaterra a ver el espectáculo en 1966, justo le tocó un sketch donde se rociaba perfume al público. Y a la soberana le cayó una rociada bastante grande. “Y no era perfume real precisamente”, contaba Rodolfo Soto, jefe de barra de la U.

Con el tiempo las barras fueron desapareciendo de los clásicos y a mediados de los setenta ya eran un nostálgico recuerdo. En mayo de 1978 intentaron revivir la fiesta de antaño pero todo fue muy apresurado, sin organización y, además, las universidades eran lugares muy reprimidos, donde la creatividad escaseaba. A la hora de los chistes la opacidad de la época fue evidente. El público, casi cuarenta mil personas, reprobó con una sonora rechifla la fomedad de los sketch. Consultado uno de los estudiantes por lo paupérrima de las rutinas humorísticas, su explicación fue desoladora. “¿Y qué podíamos hacer? Nos dieron tres días para prepararnos”.

Carlos Caszely con la camiseta de la "U" en 1988.
En enero de 1988 (campeonato de 1987) sí hubo un espectáculo extra y fue muy historiado. Se enfrentaron de preliminar un equipo de Canal 13 (con la camiseta de Universidad Católica) y otro de Teleonce (con la camiseta de la U). Se suponía que era un duelo entre figuras de la televisión, pero Teleonce hizo trampa y puso ex jugadores profesionales a última hora. Lo más impresionante fue ver a Carlos Caszely jugando con una U en el pecho. Los de Canal 13 se enojaron tanto que terminaron con 14 hombres en la cancha. La mejor jugada de la tarde fue un arranque en solitario de Caszely que fue conjurado por… ¡Guru Guru!, quien estaba parado detrás del arco cruzado junto al Profesor Rossa. Salió cual Franz Beckenbauer a para al delantero.

Las cábalas son un elemento importante en los clásicos. La semana previa al duelo con la U, un pequeño e inofensivo chuncho se posó en un árbol aledaño a la cancha de práctica de San Carlos de Apoquindo. Basto que los jugadores de Universidad Católica vieran esa pequeña lechuza para que entraran en pánico: la consideraban una señal inequívoca de mal agüero. Gritos y piedrazas fueron utilizados para espantarlo. Al final un cuidador con un palo lo sacó de ahí. 

1 comentario:

  1. a mi me tocó ser mascota en un clásico, tuve que vestirme de angelito, ese fue el último clásico de la historia, pero no recuerdo si fue el 91-92 o 93.

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